lunes, 9 de enero de 2012

Tu tienes lo que necesito

¿Cómo es posible?
Cincuenta y sieis años pisando tierra, andando por agotadores senderos de amistad, amor, compañía, pareja y frustrado por los resultados, por fin, y coincidiendo con el final del para mi nefasto año 2011, me llega el momento de pensar que he logrado un momento de felicidad. Una persona afin, un proyecto de futuro a medio y largo que permite pensar que la vida puede tornarse suave y cálida.
Digamos que mi proyecto se llama "Angela", que comparte un sinfin de coincidentes afinidades, que dispone de un trozo de su corazón en el que me da cabida, tierna, dulce, suave, húmeda cabida. Espero perdone ofrezca su nombre en este sitio, que supongo será tan privado como desconocido soy para el mundo,.... mundial.
He destrozado corazones. Si, lo confieso, aunque puedo aún enumerarlos, 17 incluyendo el mío. Todos han dejado su rastro de momentáneos instantes de amor, de placer, de compañia, de saturación, tedio, desesperación por incomprensión, e incluso el amargo sabor de la vulgar utilización por mero divertimento.
Es triste. Empecé estos avatares a partir de los 35 años, eso sí, llegue a ellos ansioso, (me case virgen a los 31. ¿alguien lo iguala?) y tres años después empezó todo.
Nunca supe apreciar lo que tenía, siempre pensé que habría algo mejor, algo que fuera, como decirlo, mas compacto, más concreto, más "Mío". Decidí seguir buscando.
Alguna vez he hecho exámen de conciencia: Me he puesto a inventariar mis "Esqueletos en mis armarios", nefasto ejercicio que precede a una muerte en proceso.
Puedo imaginar a cada una de ellas, exponiendo públicamente mis comportamientos: como persona, como hombre, como amigo y claro por qué no, como amante.
Nadie se puede imaginar  como me dolió ese análisis, que sensación de fracaso, que pérdida de tiempo, cierto que de todas aprendí, de todas me llevé algo, a todas, espero, les dejé algo, pero lo más llamativo es el vacío que dejaron en mi.

Mi corazón, al igual que muchos otros, pese a que lo confiesen pocos, está surcado de cicatrices, unas leves, simples marcas o rozaduras, otras hondas, y alguna que otra tan profunda como el más escarpado y negro cañón que se pueda uno imaginar entre dos montañas. (Cómo te quise, Lola, como me hundiste mujer, que destrucción causaste en mi vida, cuanto me ha costado superarlo, ¡Pero lo superé!).

Siempre he pensado, masculinamente quizás, que las cicatrices indican actividad, dolor superado, educación compulsiva de la acción. Incluso antes de la era "Metrosexual", se suponían viriles, (Macho alfa con heridas, pobre del resto de los machos del grupo,....). Pero no. No es así. Duelen, ¿Lo sabeis? Duelen y no solo cuando llueve o cuando cambia el tiempo. Duelen cada vez que echas la vista atrás y te imaginas lo que pudo ser y no fue, cada rato que me ofrecieron, cada rato que entregué, cada beso, cada caricia que se compartió, cada mirada que acarició mi rostro,.... Duelen. Y llega el momento en el que el dolor es nada grato, nada educativo. Simplemente es dolor.

Decidí tomar venganza. Y me vengué. Llegue a la superación por la superación, a la conquista simplemente por haber conquistado, al abandono sistemático de la mujer conquistada, vanas excusas de ruptura. Sí, tan vanas como las que me ofrecieron a mi. Y se llenó mi armario y casi se fraccionó mi corazon.

Olvidé lo que es querer, amar, y me quede con ser querido o amado. No es lo mismo, lo juro. Al igual que en "Lo que el viento se llevó", me jure a mi mismo que nunca más pasaría hambre (de compañía), je je, que iluso, o como me diría mi ex-suegro, "....Que atrevida es la ignorancia". Si. Resultó ser "Pan para hoy y hambre para el mañana" y el mañana ya está aquí.

Al igual que el deportista, que se debe retirar por una lesión grave, no se pierde la afición, pero si se pierde la forma física, se incrementa el abandono y se hace más difícil volver a ejercitarse, pues así pasa. Acostumbrado a pasar página tras página sin detenerse en ninguna, se te hace muy dificil concentrate en la que deseas. Unas veces te parece densa, insoportable entrega a cambio de su entrega, que siempre te parece menos entrega de lo que es, y otras veces vacía de contenido, (¿No tiene dibujitos?).

Tú me has salvado. Tú me has hecho retroceder hasta cuando setía el amor que yo daba, me has hecho recoger el eco de mi amor hacia ti.
Justo precio a pagar: Hoy yo tengo más prisa que tu. Hoy tengo que aprender de nuevo a amar, pausadamente, dulcemente, a disfrutar de cada milisegundo que me das, de cada trocito de ti que me dejas disfrutar. Contigo he de aprender a Amar, a tu ritmo, a tu paso. Retrocediendo cuando lo precises, avanzando cuando lo admitas. Tu marcas el ritmo. Y yo te sigo, detrás y a tu lado.

Te quiero, cariño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario